El Poder del No-Click

 

¿Alguna vez han escuchado hablar del poder del no-click? Hace años, en la época dorada de la televisión, cuando los críticos cuestionaban la baja calidad de los programas emitidos por ciertos canales, la respuesta recurrente de los directivos de medios era siempre la misma: "el televidente tiene el poder de cambiar de canal". Esta frase, aunque usada como escudo para evadir responsabilidades, contenía una verdad parcial. Sí, el televidente tenía en sus manos un cierto poder: el control remoto. Al no sintonizar un programa, indirectamente estaba enviando un mensaje claro: “Esto no me interesa”.

Ese simple acto, cambiar de canal, podía —al menos teóricamente— influir en la programación. Si un programa caía en el rating por falta de audiencia, el canal lo retiraba de la programación.

Aunque en países como el Perú este tipo de presión colectiva del público no siempre ha funcionado de manera efectiva, el principio sigue siendo válido: el público condiciona, en cierta medida, lo que se emite.

Hoy, en la era digital, ese mismo principio no solo se mantiene sino que se ha amplificado. Vivimos rodeados de contenido digital: vídeos, audios, noticias, artículos, memes, podcasts…, y todos ellos compiten ferozmente por lo mismo: tu atención.

Sí, así como lo lees: ¡compiten por tu atención! Porque tú, aunque no lo notes, eres la mercancía más valiosa en el mercado digital.

Los influencers, los medios, los creadores de contenido… todos quieren lo mismo, que hagas click.

Y es aquí donde entra en juego el verdadero poder del no-click.

Cada vez que haces click en un contenido, sumas un punto a la estadística. Y aunque un punto no parece significar mucho, millones de clicks individuales definen qué se vuelve viral, qué se convierte en tendencia, y qué contenido empieza a reproducirse masivamente.


Tú formas parte de esa estadística. Cada vez que eliges dónde hacer click, qué compartir, qué comentar o qué ignorar, estás moldeando el contenido digital.

Pero ese poder que tenías, te lo quitaron. Ya no te pertenece, le pertenece a otro.

A un sistema que te manipula, que explota tus instintos, tus penas, tus alegrías, tu rabia, tu trauma… incluso tu maldad. Ese otro es el que manda en el mundo digital, y tú ni siquiera te das cuenta.

¿Sabes cuánto dinero ganan contigo? ¿Y qué te dan a cambio?

Te hacen creer que te dan satisfacción, diversión, escándalo o morbo. Pero eso es solo el anzuelo, porque lo que realmente están vendiendo es a tí. Venden tu curiosidad, venden tu morbo, venden tu tiempo, tu reacción emocional, tu impulso. Tú eres la mercancía. 

¿Y eso está mal? ¿Está bien? Pues, no lo sé. No vengo a moralizarte. Mi intención no es que cambies. Solo quiero que sepas quién eres en este sistema. ¿Y quién eres?

Bueno, detrás de todo puede haber una empresa, marcas, medios o personas.

Pero lo que siempre hay es un algoritmo, un sistema invisible, impersonal y preciso que aprendió a convertir tu atención en una fábrica que da dinero. Y lo hace sin que nadie tenga que dar permiso, solo necesita un simple gesto: un click.

Te entretiene, te manipula, te amaestra. Provoca tus estímulos, cualquiera que tengas, con cada click que haces el sistema te mide, te almacena. Luego te envuelve y te vende como mercancía. Te convierte en dinero, en otras palabras te monetiza.

Sí, porque, como ya dije antes, la verdadera mercancía no es el video o el contenido, eres tú. Ya que al algoritmo no le importa si amas u odias, si te ríes o te indignas. Lo único que le importa es que hiciste click, que volviste, que reaccionaste y caíste en la trampa.

Y por eso, es urgente que el usuario —el consumidor digital promedio— sea consciente de este poder que te quitan.

Te están usando. Te están vendiendo. Te están estafando. Porque otros están ganando dinero… con tu atención. Y tú, ni cuenta te das. Están cambiando “cuentas de vidrio” por tu oro. Y tú, feliz, creyendo que ganaste algo.

Recuerda, la tecnología no te quitó el poder, sigue siendo tuyo. Si tú dejas de mirar, ellos dejan de ganar. El contenido no es gratis. Es el anzuelo. El pago real eres tú. Tú eres la mercancía. Así que véndete más caro. Y si no quieres venderte… No te vendas. Es tu decisión.

Estos son los principios que toda persona debe entender si realmente desea influir en su entorno digital, en las tendencias, y en la forma en que desea que le paguen en el mundo en línea.


Paso 1. Detente y mira cómo te están estafando

Antes de hacer cualquier movimiento, es necesario comprender la trampa. Cuando haces click de manera impulsiva no estás consumiendo, estás siendo vendido. No es tu culpa, pero sí es tu responsabilidad darte cuenta que te están quitando tu poder. No seas otro borrego más dentro del corral.


Paso 2. Ejercita el no-click consciente


No pretendo cambiar lo que ves, sino que seas consciente de la situación. Tenemos la libertad, dentro de la ley, para ver lo que queramos. Pero, si vas a venderte, véndete mejor. Haz uso del poder del no-click consciente. Parece un gesto pequeño, pero es poderoso, no hacer click debe ser tu primer acto de rebeldía contra ese sistema que te quiere vender barato, ¡a como dé lugar, como sea!


Paso 3: Cambia tu algoritmo cerebral


Como dije: no te pido que cambies lo que ves, sino que cobres tus regalías. Exige que te paguen tu parte por cada transacción.


Porque eso es lo que es: cada vez que haces click, alguien cobra. ¿Y tú qué recibes? ¿Morbo, rabia, basura emocional? ¿Eso vale tu tiempo?


Este paso es simple: antes de hacer click, pregunta mentalmente: ¿Qué gano yo con esto? Si no te aporta nada, no pagues con tu atención. Así entrenas al algoritmo, le dices lo que tu quieres, lo que sea que quieras. Muéstrale que tu atención tiene precio. Porque si no exiges valor, te seguirán pagando con miseria.


Paso 4: Construye comunidad con una intención.


Deja de ser un consumidor pasivo, no seas solo una cifra más en la estadística.

Si quieres que te paguen, busca y conecta con grupos o personas que tengan ese mismo interés. Así tendrás un mayor efecto: entrenarás al algoritmo y cambiarás las reglas del juego.

El poder del no-click consciente se multiplica cuando somos varios quienes ejercemos ese control.

Recuerda que el algoritmo no responde a buenas intenciones. Responde a patrones, a números, y al comportamiento colectivo. Entonces tú puedes ser un manipulador del sistema que manipula tus impulsos, y tú puedes cambiarlo según tus intenciones. 


Paso 5. Reclama tu parte y exige un nuevo contrato digital


Cada visualización que genera una microtransacción debe pagarte una fracción, Si alguien gana dinero con eso, esa ganancia debe repartirse contigo porque están vendiendo tus activos. No es un favor, es un derecho comercial.


“Si mi atención genera dinero, entonces quiero mi parte. Si me estás monetizando, págame.”


Si tú eres la mercancía —tus datos, tu atención, tus clics, tus compras—, entonces estás generando activos. Y esos activos tienen precio en el mercado digital, se venden, se intercambian, generan beneficios. Si hay ganancia, te corresponde una parte. No es un asunto de ética o moral, es transaccional. Si participas en la cadena de valor, debes participar en el retorno.


En conclusión, lo que propongo es simple: una renegociación del contrato digital. El futuro no está en dejar de consumir, está en cambiar las reglas del consumo digital. Porque si tú eres parte del negocio, entonces te toca parte del beneficio.







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